miércoles, 23 de febrero de 2011

Claro, movistar contento

Veo en Twitter que hablar 50 minutos por celular puede alterar la actividad cerebral y pienso que hace un par de días en un bus que iba desde Santiago hasta Viña ponele, una mina de unos treinta y largos llamaba a su hermana, que vivía con ella, para contarle que se iba a vivir con el novio que se acababa de comprar un departamento en Santiago. Como era el departamento, que cosas le hacían falta, como se llegaba, a cuantas cuadras del metro Universidad de Chile quedaba, que la suegra la estaba ayudando a empacar etc, etc.

corta con la hermana y llama a la mami para contarle todo lo mismo.

Por un momento, pensé esta mina es tarada no? ahora, entendí que solo se trataba de una alteración en la actividad cerebral, por abuso del telefono celular.

jueves, 10 de febrero de 2011

El Sr. doctor

El médico tenía un tablón de Argentinos Juniors, de cuando se derribo el estadio de madera. Si, lo sé no puedo, conmigo misma. No puedo no decir que soy socia, y la conversa que deviene después. El sr. doctor había hecho socios hasta a sus nietos, y como una cosa casi inexplicable el fútbol paso a ser el tema de conversación entre los cables y esas cosas de médicos.

La Copa Libertadores, el barrio, Niell y Basualdo.


Cuando el fútbol es eso, es hablar con de igual a igual con una persona que nada tiene que uno. Y cuando pasa eso me emociona.

sábado, 5 de febrero de 2011

Experiencia sobrenatural en San Rafael, Mendoza

Llegamos a San Rafael, la ciudad mucho no me gusta pero Valle Grande es bien bonito. Bajamos del bus que nos traía de San Juan, aunque podríamos llegar de Viña directamente, pero no. El pololo no conocía Valle Grande y es una buena opción para descansar antes de volver a Buenos Aires.

Bajamos en esa terminal, muy precaria para las expectativas que San Rafael, Mendoza genera, pero al menos se ven varios operadores que esperan a sus futuros clientes con hojitas impresas con los nombres, bien airport style.

Pero por suerte, hay una oficina de turismo en donde aparecen una lista de todos los hoteles que están registrados con una breve descripción de servicios y el precio por tipo de habitación. Por suerte parece que todas las provincias de Cuyo cuenta con ese servicio, lo que no es para nada malo.

Ahí nos atendió la señora Enriqueta, una señora mayor, una amor. Que nos dejo dejarle los bolsos mientras decidíamos en que hotel quedarnos. Dentro de la lista había uno de los más baratos tenía wi fi y era todo lo que necesitábamos, pero Enriqueta la especialista de San Rafael, lo pasaba por alto y nos recomendaba otros.

Llegamos al que queríamos nosotros y que no quería Enriqueta, y estaba super bien. Luminoso, balcón a la calle, wi fi, desayuno, aire acondicionado. La única contra eran los dos pisos por escalera. Mamá pechugas, la mina del hotel que hacía gala de tener 21 millones en el DNI llevaba unas raíces negras que acompañaban a un rubio Susana Giménez, un top con unas grandes tetas que no podían disimular el paso del tiempo y una minifalda de jean. Simpática, con pose de guerrera de barrio fumaba y hablaba en código con un viejo. “Ponete bien el cinto, o te vestiste de apuro”.
Tranquila la zona, aunque medio fea, la noche en el hotel de Mamá Pechugas fue apacible. Un rato escribiendo por pedido, un poco averiguando como llegar sin pagar tours a otros lados como aceiteras, bodegas etcéteras y así nos dormimos.
De noche soñé todo el rato con zapatos y con unas chatas Crocs blancas que lleve al viaje. A la mañana lo primero que hice fue buscarlas y no las ví. El día iba a ser largo y había que desayunar. Fuimos al desayuno, very tipical de hotel argento, dos medialunas y un café con leche, mate cocido para mí.

Volvimos al cuarto y busco las chatas, no me sentía tan bien, así que íbamos a salir después del mediodía. Mi pololo no creía que hubiera perdido las chatas de la noche anterior. Dimos vuelta la habitación y nada, pero si nadie las podía haber robado tampoco, quien se iba a llevar unas crocs blancas nuevas, nadie.

Cosa que revolvimos todo y no aparecía, el clima se ponía tenso. Unos 20 minutos después aparecen debajo de una maleta una al lado de la otra, como yo no las dejo nunca y como si hubieran sido usadas reciencito.

Creer o reventar, nos fuimos corriendo del hotel de Mamá Pechugas, fingiendo un problema familiar con lo que no nos cobraron el par de horas que nos quedamos de más.

Para mí que Enriqueta sabía algo y no lo dijo, así que también nos fuimos corriendo de San Rafael.

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