Voy a ver si esta vez puedo con mi promesa de escribir, más seguido, nunca importa si uno, dos o diez mil son los que leen, lo importante es que si alguna vez llegan acá y quieren leer y compartir lo hagan.
Todo empezó, allá por septiembre, cuando ilusamente comprabamos los tickets para París. Tickets que por un montón de motivos que ya lloré por todos los medios, este blog incluído, no pudimos usar. En ese momento, empecé a soñar con la idea de que Paul arrancara su Out There Tour por su casa.
Casi a diario, le daba F5 a la paulmccartney.com , esperando que anunciara una fecha en Londres, Glasgow, Dublin o similares, pero las últimas fechas que aparecieron en Noviembre anunciaban futuras presentaciones en Japón.
Así empezó mi 2014, olvidándome de la idea de Europa, y de Paul envasado en origen. Un día, y no se porque veo el anuncio de Paul en Santiago. Y otra vez esa discusión mental idiota con
"si me casé con un chileno, y Paul toca en Santiago, no seré yo la que está equivocada?". El chiste de ir y venir a Santiago, más la entrada, más los viáticos, más faltar un día al trabajo me iba a costar unos mil dólares, no había forma.
Paul seguía agregando fechas Lima, Quito, San José, yo sólo esperaba ansiosamente que Out There, llegara a Asunción o a Montevideo.
Montevideo, si. Se pusieron a la venta un sábado, por no se que problema, no pudimos comprarlas hasta el lunes. Que también fue feriado, el 24 de marzo. No reservamos hotel ese día, porque esperamos poder aprovechar un descuento, pero para el martes, los hoteles en descuentos ya no estaban disponibles.
Contrarreloj aseguramos unas camas en un hostel, reserva que nunca nos respetaron, pero como nos devolvieron el dinero inmediatamente no voy a decir el nombre del lugar.
Otro tema fue el transporte. Buquebus ya no tenía nada para la vuelta, domingo a la noche de Semana Santa, así que sólo nos quedaba el micro.
Los días que pasaron del 24 de marzo al 21 de abril, fueron de comerme los codos, de tener miedo a que se caiga, que algún problema tuviera mi tarjeta de Argentilandia, etc, etc. A la semana de mi examen de portugués ahí me veía armando a las apuradas una mochilita, y cruzando los dedos para llegar al Centenario.
El mismo día que García Marquez se iba al cielo de los escritores, tomamos en Retiro el bus a Montevideo. Ahora Retiro tiene a la policía aeroportuaria para controlar los viajes internacionales. Algo bastante WTF.
A la mañana siguiente, Montevideo nos esperaba, tal vez más caro que lo que yo puedo recordarlo, a esperar el 187 al centro y a encontrar el hostel que después ibamos a abandonar. Antes de las 12 ya habíamos pasado por las entradas, claro que dando la vuelta más larga al Centenario. Los tickets se entregaban por orden alfabético, hasta que no tuve el papelito en la mano no respiré.
Tampoco iba a estar tan tranqui, hasta que entrara al estadio. Para relajar, a pasar el día en un lugar que fui feliz varias veces Piriapolis, y a la vuelta a buscar donde dormir. Algo dificil, ese fin de semana, Montevideo parecía Porto Alegre, desde noviembre en Río que no escuchaba tanto portugués junto, eso que trabajo con dos brasileros. Dificil pero lo encontramos, caímos en un hotel donde habían hospedados una veintena de rusos, parecidos a los albaneses de Taken 2. A dormir.
Era sábado 21 de abril de 2014, creo que en Piriapolis (le dedicaré otro posteo) de tanto caminar con Converse, algo que a los 30 empezás a sentir, me había desgarrado un poco la pierna. Mucho no podía despegar un pie del piso para ponerme el conjuntito que mentalmente había armado para la ocasión.
Desayuno en la Ciudad Vieja, un poco de vitrineo, arrepentimiento de no haber comprado unos oxford glitter eugene en Daniel Cassin, la búsqueda de lo que había quedado en el hostel, creo que una hamburguesa de esos camioncitos tan montevideanos, con cebolla, arvejas, picantina y morrón. Cada remera beatle que veía puesta me agitaba el corazón un poco más.
Siesta. Los sábados a la tarde, ya se sienten vacíos. Dormir. Contar hasta mil. Preguntar en la recepción que colectivo te deja en el Centenario, un pibe uruguayo canchero que estaba con los rusos dice "claro toca Paul Mc Cartney" escucharlo en otro me dio frío. Ahí estabamos una vez más on the road.
El colectivo se llenó de argentinos, creo que ví hasta caras que veo por acá en Villa Crespo. Ir y volver en colectivo a un recital, un golazo. Filas, gente, un poco de no saber que fila hacer. Correr de la puerta 16 a la 23 porque había menos gente y las dos te dejaban en el mismo lugar.
Entrar a la casa de "La Celeste", alegría, nervios, ganas de llorar un poquito. Cerveza con papas fritas para amenizar la espera, un poco de envidia a los del Campo Vip, pero más a los uruguayos que entraban con el mate y el termo.
Y en un momento empezó el show. Llorar de belleza, de alegría, de cantar hasta que la garganta duela. Gente feliz, siempre.
En el celu, llevo un video del arranque, cuando todos entramos a gritar de emoción, lo escucho, porque tan solo es una mancha azul que no se entiende, pero aún me da cosquillas. Tantas que quisiera ir a trabajar con una remera beatle mañana lunes por la mañana.