martes, 5 de abril de 2011

Francés que me hiciste mal





Una vez, cuando era joven y pensaba que podía ser moderna por siempre, siempre así como Cerati
me enamoré de un francés, esa fue la primera vez que lloré por algo que tenía que ver con la lengua de Amelié.

Hoy, cuando mis ambiciones de ser moderna para siempre se vieron superadas por la ilusión de tener un par de chatas de cada color, casi lloro por un Francés.

Este Francés, no es más que el Banco Francés que te hace parir para conocer el estado de cuenta de una tarjeta de crédito.

Porque ya no alcanza con digitar los 16 números de tu tarjeta, el códido de seguridad, el DNI, si no que te piden hasta la fecha de nacimiento para lograr que una persona te atienda.

Una vez más, a cargar todos los datos y a esperar 10 minutos, y así otra vez, y otra vez, hasta que se corta, o hasta que llegas a los 40 minutos de "conversación" telefónica con una máquina.

Me estoy descubriendo como consumidora. Defensa del Consumidor, haceme un lugarcito que voy a acampar a tu oficina

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