Si mañana Olé me titula Crismanich, campéon de Corrientes, le debería escupir un ojo, pero bueno no nos une el odio, si no el amor.
Solo escribo estas lineas para decir que me hizo contener la lágrima su triunfo, la cara de felicidad de Crismanich y de su entrenador.
Ya avisé esto de la vejez me puso un poco ñoña y parece que no tengo techo. Pero me emociona hasta las lágrimas ver personas que hacen lo que lo apasionan.
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