Ahí estaba, la mesa medio triste. Siempre fue medio triste, de hecho, al igual que otras tantas cosas que forman parte de la decoración de la casa, fue salvada de ser tirada a la basura. Algún amigo de la casa se la ofreció a mi mamá, y después vino a mí.
La pinté de blanco con un esmalte mate, nada nuevo, lo único que le puse diferente, fue que cubrí el pequeño cajón con tickets usados de subte, de cuando salían 1.10 pesos, por supuesto. Me pareció que era una forma de divertida de reutilizar esos papelitos.
Acá les dejo la mesa reciclada, con una foto del antes y después, o sea la prueba del delito
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